
Amanece un día de nuevos propósitos. Muchos de nosotros hemos brindado ayer con el deseo de un año mejor. Algunos utilizan cada uva para un deseo, mientras otros tienen un solo sueño que esperan que se cumpla porque consiguen tragarse las doce uvas al ritmo de las campanadas. Los rituales alimentan nuestra esperanza y cosas como poner oro en la copa del champán, vestir prendas de un determinado color o pisar con el pie derecho, favorecen nuestras emociones positivas de una noche. ¿Y hoy? ¿Realmente vas a llevar una vida más saludable? ¿Vas a mejorar profesionalmente?
Los deseos suelen mostrarnos pistas, son nuestro movimiento emocional hacia lo que nos interesa o nos puede hacer sentir mejor. Sin embargo, en muchas ocasiones la rutina diaria los disuelve y se convierten en quimeras o en pequeñas frustraciones. Los deseos son emoción y no siempre intención real o acción.
Pero no siempre es así, y el deseo se convierte en un propósito, una firme determinación de hacer algo. El propósito suele mostrar más concreción y nos resulta más abarcable. Llevar una vida más saludable puede ser dejar de fumar, practicar un deporte que nos guste, caminar más y dejar el coche aparcado. Y mejorar profesionalmente puede concretarse en hablar inglés con fluidez, organizar el trabajo para tener un horario más razonable o dedicar unas horas a una tarea que nos hace fluir y tiene un gran impacto en la organización. Los propósitos son objetivos con intención clara y a menudo mueven a la acción.
Ahora bien, cuando el deseo se puede hacer realidad es cuando compartimos el propósito y lo convertimos en compromiso, por nuestra propia voluntad. Compartido en el brindis de hoy, con nuestro mejor amigo, con nuestros compañeros de trabajo o con un escrito en el blog, el deseo ya comienza a hacerse realidad, porque el compromiso comporta el apoyo de quienes nos han escuchado y actúa de palanca multiplicando la fuerza de nuestra determinación.
Esta época del año es una gran oportunidad para hacer una pequeña parada, revisar nuestros deseos y aprovechar la expectativa abierta de un nuevo período que se nos abre para convertir los deseos en propósitos concretos y convertirlos en compromiso.
No voy a cerrar el capítulo sin comprometerme con un propósito que hace tiempo que tiene forma e intención, pero no he conseguido terminar y me hace mucha ilusión compartirlo: en 2014 publicaré un nuevo libro que da respuesta a lo que a menudo me piden mis amigos ¿Cómo hago yo para disfrutar en el trabajo que tengo?
Deseo que este nuevo año vuestros vuelos, altos y rebeldes, sirvan para convertir vuestros deseos en propósitos y que os comprometáis con ellos para alcanzar muchos éxitos.
¡Felices propósitos!
Sin comentarios A “Deseo, propósito y compromiso.”